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HIGHLIGHTS ELECTRÓNICOS DEL 2014

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A priori la tarea es más bien complicada. No es fácil reunir en un solo artículo los principales acontecimientos del panorama electrónico mundial que han tenido lugar en los últimos doce meses. Con esto nos referiremos estrictamente a la música dance, no a la fiesta en general, ya que si nos metemos en esos berenjenales, acabamos hablando del mamading de Magaluf. Además, concretaremos todavía un poco más y evitaremos en la medida de lo posible el lado más pachanguero de la electrónica, es decir, el EDM (Electronic Dance Music), posiblemente la etiqueta más ridícula de la historia de la música, especialmente si profundizamos en los deejays, cantantes y productores que se esconden tras esas siglas. Es fácil reconocerlos, son los autores, y más comunmente meros intérpretes de las canciones que escucháis en Stradivarius, los 40 Principales o el pub de vuestro barrio.

No se venden más discos que antes, pero sí que se consume todavía más éxtasis.

Hay una parodia muy cachonda que define bastante bien este fenómeno mundial que supone ser la música electrónica más mainstream, paleta y omnipresente. Se titula When Will The Bass Drop? y lo firmó el late night americano Saturday Night Live. En esta reproducción, un dj llamado Davvinci, convertido en el dios de la noche, hace explotar las cabezas de su abnegado público a ritmo de drop. El caso es que, a ritmo de crescendos demenciales e iluminación pirotécnica, dj’s de la talla de David Guetta, Avicii o Skrillex se han convertido en los ídolos masivos de la nueva cultura rave (por llamarla de algún modo). Sus cachés son millonarios, llenan estadios y suenan en todos lados. No se venden más discos que antes, pero sí que se consume todavía más éxtasis. The Prodigy o los Chemical Brothers ya suena a rancio y caduco. Hasta Paul Van Dyk o Tiësto se han quedado rezagados. La generación del balconing ansía el explosivo cóctel que surge si mezclamos las cantaditas poperas, los raperos latinos y melodías matraqueras que elevan el bakalao de los noventa a la categoría de arte. Coge una canción descafeinada de cualquier diva teñida de la Mtv, dásela a Calvin Harris o los horteras de Swedish House Mafia para que la remezclen, y tendrás un nuevo e imparable éxito.

Pero centrémonos en el lado bueno del 2014, que también lo ha tenido. Porque aunque ahora haya que escarbar un poco más, sigue habiendo pepitas en el río electrónico que atraviesa la selva planetaria. El año comenzó con los clásicos festivales bajo el manto de nieve de Austria o Andorra. Nada especialmente reseñable hasta que llegó el mes de marzo con el gigantesco Ultra Music Festival de Miami, en el que sobresalió especialmente Basement Jaxx. También en Estados Unidos volvió a arrasar uno de esos macrofestivales que no entienden de crisis, el californiano Coachella, que una vez más colgó el cartel de sold out, además del Moogfest, donde brilló, como no, Kraftwerk. En Europa hay que destacar el festival austríaco Snowbombing que congrega grupos de la talla de Prodigy o Chemical Brothers. Aunque estén más vistos que el capítulo del Campamento Krusty de los Simpsons, a nosotros siguen haciéndonos bailotear como posesos.


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